Poco a poco nos va dejando agosto con esa sensación de relajo tan propia. Da pereza todavía volver a la rutina machacona que nos espera a la vuelta de la semana, así que os sugiero que os dejéis llevar por el saxo tenor de Stan Getz, el que fuera denominado «El Sonido».
Mucho se puede comentar sobre él y su azarosa vida, siempre en los límites del abismo, como desgraciadamente era habitual en los músicos de jazz de esa época, pero lo más importante es el legado musical que nos dejó, envidia de cualquier aficionado o profesional que toque el saxo y con más motivo si toca el tenor.
Y para que se entienda mejor lo que os comento, prepararos una caipirinha o si os da pereza o no tenéis ni idea de como hacerlo, simplemente abrir una cerveza, descalzaros y poner los pies en remojo, cerrar los ojos y escuchar la música del vídeo que os propongo, seguro que podéis llegar a sentir ese aire salado de la brisa del mar y el rumor dulzón de las hojas de las palmeras mientras son mecidas por el viento cálido.
Aunque quizá le asociemos siempre con ese estilo, no todo fue bossa nova en la trayectoria de este musicazo, él lo definía muy bien en la frase siguiente: «Mi vida es la música. Y de alguna vaga, misteriosa y subconsciente forma, yo siempre me he visto impelido por un intenso impulso interno que me ha llevado a, casi compulsivamente, buscar la perfección en la música, a veces –es más, casi siempre– a expensas de todo lo demás en mi vida.»
Es este otro vídeo, interpreta el tema «Voyage» acompañado de Kenny Barron (¡qué pedazo de pianista!), Eddie del Barrio, Frank Zottoli, Alex Blake, Terri Lyne Carrington, en 1990.
Sin duda uno de los más elegantes saxofonistas, con una técnica perfecta y con un gusto tocando, es decir gustándose, que es lo por lo que creo que le apodaban «el sonido». Es el clásico saxofonista que después de oírle te dan ganas de romper en pedazos tu saxofón y matricularte en clases de macramé.
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Así es amigo Serafo, yo creo ni el macramé nos va a redimir, así que lo mejor es escuchar y sufrir en silencio, como si de almorranas se tratase…
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Delicioso. ¡¡¡ Y déjense de pensamientos destructivos y enfermizos y sigan trabajando la música, leñe !!!. Ja.ja.ja. Salud y bemoles.
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Pues aplícate el cuento amigo… jejejé. Abrazos
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